Con el estudio de la historia de la arqueología se produjeron numerosos desacuerdos sobre la naturaleza y el significado de la misma. G. R. Willey y J. A. Sabloff distinguieron cuatro periodos sucesivos en su History of American Archaeology (1974, 1980): especulativo, clasificatorio-descriptivo, clasificatorio-histórico y explicativo. Esto implica que en el hemisferio occidental, la arqueología se centra en la descripción y la clasificación. Clasificando los datos en relevantes o irrelevantes, como ocurre también en el periodo clasificatorio-descriptivo, implica la existencia de un marco teórico. También puede sostenerse que el hecho más simple no puede constituirse independientemente de un contexto teórico. En el pasado, estos marcos teóricos no lo formularon los arqueólogos, y actualmente es la arqueología norteamericana la que elabora propuestas teóricas.
En el pasado los arqueólogos emplearon teorías, pero ha sido en la actualidad cuando esas teorías han adquirido un paradigma de investigación. La comunidad científica mantiene esta tradición, y se encarga de divulgarlo en libros de texto y revistas científicas. A partir de entonces la arqueología se definió como una «indisciplinada disciplina empírica» y sugirió que su desarrollo teórico se considere en un estado preparadigmático. Las propuestas que son reconocidas internacionalmente son las únicas que se pueden calificar como paradigma. Los estudios de las primeras fases del desarrollo arqueológico revelan formulaciones más globales y consistentes, para lo que se necesita un estudio que respete el pasado y juzgue el trabajo según el periodo.
Algunos arqueólogos mezclan la idea de Kuhn con una visión evolucionista. Mantienen que las fases sucesivas del desarrollo de la teoría arqueológica poseen una consistencia interna suficiente como para ser calificadas de paradigmas, y que la sustitución de un paradigma por otro constituye una revolución científica. A raíz de esta visión, innovadores como Christian Thomsen, Oscar Montelius, Gordon Childe y Lewis Binford encontraron errores y formaron nuevos paradigmas que cambiaron la dirección de la investigación arqueológica y determinaron qué tipo de problemas eran importantes o no.