En Japón se lleva a cabo una de las actividades arqueológicas más intensas del mundo; cada año se excavan más de 10.000 fosas con la participación de más de 50.000 profesionales para trabajos de campo.
Las primeras evidencias de población humana (herramientas de piedra) se remontan a 35.000 años. En aquella época, Japón se encontraba unida al continente a través de «puentes» sobre los actuales estrechos de Corea y La Pérouse. Los hallazgos del norte y el sur de Japón se corresponden en técnicas y estilos con los de las áreas continentales correspondientes.
Esta publicación, no pretende ser un estudio sobre el tema en cuestión, sino un breve resumen de la ponencia impartida por la Dra. Irene Seco Serra de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos, el día 20 de febrero de 2012, en la Facultad de Geografía e Historia, organizada por la asociación Unión Cultural Arqueológica (UCA). La Arqueología en Japón tiene sus paralelos con el continente durante el Paleolítico Inferior y Medio, pero únicamente hay evidencias de industria lítica y en ningún caso restos humanos. Sin embargo en el Paleolítico Superior sí que existen evidencias de restos humanos, aunque muy mal conservados, ya que el clima de Japón no es propicio para ello. Una excepción es el hombre de Minatogawa, encontrado en Okinawa junto con restos de entre 5 ó 9 individuos más, siendo éste el esqueleto más completo. Tiene una perforación en el cráneo provocada por un objeto duro y puntiagudo, y los dos brazos están fracturados de la misma forma. Una de las conclusiones a las que se ha llegado es que pudo haberse dado un enfrentamiento con otro grupo y que los perdedores hubieran sido objeto de canibalismo por parte de los vencedores. Las etapas en el Paleolítico Superior en el territorio de Japón se clasifican por la industria encontrada: Hachas de mano y chopper, en los yacimientos de Nakazanya, Heidaizaka y Nishinodai Cuchillos de lasca, en Iwajuku Microlitos, en Yasumiba Puntas de flecha y jabalina, en Odai Yamamoto I y Pirika. Figura 1: ARTURO ASENSIO (2011), Minatogawa man La primera etapa dentro de lo que podemos considerar Neolítico, entre el 13.000 y el 300 a.C., es conocida con el nombre de Periodo Jōmon 縄文時代, (que se puede traducir por “marcas de cuerda”, ya que las cerámicas de esta etapa se decoraban de esa manera). Este periodo se caracteriza por una sociedad de cazadores-recolectores, producía una cerámica a mano, los conocidos vasos jōmon, que se utilizaban para cocinar y eran cocidos en agujeros en el suelo hechos con ramaje. Esta sociedad sería bastante igualitaria, pero a finales del periodo se empieza a observar el comienzo de una diferenciación social, sobre todo en lo ajuares, donde se han encontrado algunas piezas de jade. Las construcciones también han sido un indicio de esta separación social, sobre todo en la etapa de transición entre este período y el siguiente, como se puede observar en el yacimiento de Sannai Maruyama. Aquí aparecen muchas casas, una de ellas en versión “gigante”, y también edificios enormes de postes de madera (casi siempre de castaño de 3 metros de diámetro). Una de las hipótesis sostiene que eran torres vigías, mientras que otros defienden que eran elementos de tipo sacro, o incluso silos para almacenar grano, pero de lo que se está seguro es que eran comunitarios. Los estudios métricos han llegado a concluir que la unidad de medida que se utilizaba en este periodo para construir era de unos 30 cm más o menos. También ciertos lugares han sido estudiados por su carácter sacro, como son los yacimientos de Higashi Kushiro y Mawaki. En el primero se han encontrado cráneos de delfín dispuestos en forma de abanico, enfrentados, por parejas y cubiertos de ocre rojo, dando a entender que eran de gran importancia para las creencias del momento. En Mawaki aparecen grandes postes de madera, con crecientes lunares inscritos en ellos. También dentro del ámbito de lo simbólico, la presencia de rocas con una función ritual (tanto transportables como fijas) es una constante en esta época y en momentos posteriores. Estos afloramientos rocosos sacros son conocidos como Iwakura, o “deidades que ocupan la roca”'. En lo referente a la cultura material, lo más característico de este periodo son las figuras Dōgu, de arcilla, algunas planas, pero la mayoría son tridimensionales, de unos 40 o 50 cm de tamaño. En la época siguiente se reutilizarán, para introducir cenizas de huesos. Aparecen alrededor del fuego central del hogar, colgadas, posiblemente con al idea de exvoto, ya que algunas se rompían quizás con el propósito de librarse del mal de ojo o para curar alguna enfermedad. También en ocasiones se encontraban en las tumbas, como representaciones de fuerzas espirituales que protegen a los vivos y en algunos casos para acompañar a los muertos. Otras estatuas son antropomorfas masculinas, algunas de ellas con una especie de máscaras, que podrían representar animales. Las figurillas femeninas, como la ‘Vénus’ de Tanabate son mucho menos abundantes. Estas estatuas, en general se caracterizan por unos ojos muy resaltados. La más famosa es la de Kamegaoka. Figura 2: Kamegaoka, Tokyo National Museum Como se puede observar en la figura 2, la forma de los ojos es muy curiosa, esto ha llevado a muchos investigadores a pensar que son gafas como las que utilizan los pueblos del norte del continente para protegerse de los fuertes y fríos vientos, así como de la nieve. Incluso algunos han llegado a estipular hipótesis extraterrestres. Período Yayoi 弥生 時代, entre 300 a.C. y 300 d.C. Las casas varían muy poco respecto al período anterior, ya que se utilizaban los mismos materiales y la misma estructura de planta. Al final de la glaciación se habrían formado corredores que unían el archipiélago al continente (3 en concreto), por lo que parece ser que hubo nuevos aportes de población, que por medio de una navegación de cabotaje llegaron desde la zona polinési. En principio los yacimientos Yayoi más tempranos tienen zonas cultivables inundables naturales, que posteriormente acabaron siendo artificiales, con puertas de madera que permitían inundarlas o no a voluntad. El hierro y el bronce llegan, y se empiezan a trabajar al mismo tiempo, pero los aperos agrícolas eran de madera de castaño, y se han conservado muy bien (sandalias, azadas, hoces etc.). Debido a la importancia del arroz, hay muchas ceremonias relacionadas con el cultivo y recolección del mismo. Una vez recolectado, se almacenaba en silos, siendo los primeros subterráneos, iguales a la tipología coreana. Debido a la humedad del clima japonés, el arroz se pudre con facilidad, por lo que pronto aparece un nuevo tipo de silo sobre postes de madera (especie de hórreos). La importancia de lo anterior se puede ver en Izumo, uno de los principales santuarios de Japón, que como símbolo característico tiene una cuerda sagrada hecha con arroz. Los postes hacen que el suelo quede sobrevolado, pero para un santuario no es necesario, siendo esto una muestra de un silo que se ha sacralizado. Además de arroz se cultivaba mijo y legumbres y también se seguía recolectando y pescando (sabemos, por ejemplo, que el pez globo ya se pescaba en época Jōmon). El bronce y el hierro se usaban para la fabricación de espejos. Las tipologías fueron en un principio las coreanas, pero se van adaptando y van formándose poco a poco tipologías japonesas. La cerámica persiste, pero los vasos son más sobrios - algunos sin decoración – sin embargo siguen siendo enormes, encontrándose esta cerámica muy bien cocida. El primer yacimiento Yayoi es Itatsuke donde las casas varían muy poco a lo conocido en época anterior: se construyen zonas para los animales, ya que se empieza a introducir ganado doméstico con especies importadas desde China. La diferenciación social se hace cada vez más clara, sobre todo en los ajuares que presentan elementos metálicos como armas (puntas de flecha y de jabalina) y campanas. Las famosas campanas Yayoi, algunas tan grandes que llegan a tener la altura de una persona, no tienen badajo y para que suenen se tienen que golpear (muchas de ellas depositadas en las tumbas). Es un elemento de prestigio muy caro, cuya tipología es coreana, tradicional durante la etapa de los 3 reinos. El Primer “Estado” Japonés, Yamato, 大和 時代 conocido como Reino de Yamato, o reino de Wa en China. Es un periodo que se caracteriza por los enfrentamientos constantes entre clanes, se denominaban UJI y que luchaban por la supremacía. El más importante, que se dice descendiente de la diosa del Sol, lo constituyen los Yamato, se hacen con el poder y se va expandiendo hacia el norte, unificando el territorio. Los primeros siglos se denominan la KOFUN, periodo de los túmulos, o de los primeros enterradores, descendientes de los vientos de la diosa del Sol. Los jefes de los clanes se enterraban en túmulos, uno de los más importantes se encuentra en Maruyama, Daisen Kofun. Los túmulos en general suelen estar rodeados por un foso de agua. El más antiguo se encuentra en las proximidades de Nara, es Koganezuka Estos túmulos, aunque que han sido saqueados nos han proporcionado valiosa información: en sus bases se colocaban Haniwa, cilindros de arcilla que simbolizaban una conexión con el inframundo. Los 4 primeros eran solo tubos por los que el difunto podía recibir alimento u otros enseres desde el mundo de los vivos, posteriormente aparecieron con formas humanas o de animales. Aparece también un caballo con estribos, tres siglos antes de que haya mención de éstos en Occidente. Aunque no sepamos la identidad de los difuntos aquí enterrados, sí podemos afirmar que se trataba de guerreros. La cerámica de este periodo se cuece en hornos tradicionales. La doméstica se realizaba a torno y se cocía en hornos de túnel (Anagama) que alcanzaban los 1000 ºC de temperatura. Esta cerámica, denominada Cerámica Sue es más oscura y simple, y presenta algunas decoraciones. Tenían una funcionalidad diversa. Conocemos seis tipos de alfares, que hasta el s. XII no cambian. La escritura se introduce desde China en torno al s. VII, usando ideogramas chinos. Estos se adaptaron y formaron dos silabarios distintos: katakana e hiragana.
Esta publicación, no pretende ser un estudio sobre el tema en cuestión, sino un breve resumen de la ponencia impartida por la Dra. Irene Seco Serra de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos, el día 20 de febrero de 2012, en la Facultad de Geografía e Historia, organizada por la asociación Unión Cultural Arqueológica (UCA). La Arqueología en Japón tiene sus paralelos con el continente durante el Paleolítico Inferior y Medio, pero únicamente hay evidencias de industria lítica y en ningún caso restos humanos. Sin embargo en el Paleolítico Superior sí que existen evidencias de restos humanos, aunque muy mal conservados, ya que el clima de Japón no es propicio para ello. Una excepción es el hombre de Minatogawa, encontrado en Okinawa junto con restos de entre 5 ó 9 individuos más, siendo éste el esqueleto más completo. Tiene una perforación en el cráneo provocada por un objeto duro y puntiagudo, y los dos brazos están fracturados de la misma forma. Una de las conclusiones a las que se ha llegado es que pudo haberse dado un enfrentamiento con otro grupo y que los perdedores hubieran sido objeto de canibalismo por parte de los vencedores. Las etapas en el Paleolítico Superior en el territorio de Japón se clasifican por la industria encontrada: Hachas de mano y chopper, en los yacimientos de Nakazanya, Heidaizaka y Nishinodai Cuchillos de lasca, en Iwajuku Microlitos, en Yasumiba Puntas de flecha y jabalina, en Odai Yamamoto I y Pirika. Figura 1: ARTURO ASENSIO (2011), Minatogawa man La primera etapa dentro de lo que podemos considerar Neolítico, entre el 13.000 y el 300 a.C., es conocida con el nombre de Periodo Jōmon 縄文時代, (que se puede traducir por “marcas de cuerda”, ya que las cerámicas de esta etapa se decoraban de esa manera). Este periodo se caracteriza por una sociedad de cazadores-recolectores, producía una cerámica a mano, los conocidos vasos jōmon, que se utilizaban para cocinar y eran cocidos en agujeros en el suelo hechos con ramaje. Esta sociedad sería bastante igualitaria, pero a finales del periodo se empieza a observar el comienzo de una diferenciación social, sobre todo en lo ajuares, donde se han encontrado algunas piezas de jade. Las construcciones también han sido un indicio de esta separación social, sobre todo en la etapa de transición entre este período y el siguiente, como se puede observar en el yacimiento de Sannai Maruyama. Aquí aparecen muchas casas, una de ellas en versión “gigante”, y también edificios enormes de postes de madera (casi siempre de castaño de 3 metros de diámetro). Una de las hipótesis sostiene que eran torres vigías, mientras que otros defienden que eran elementos de tipo sacro, o incluso silos para almacenar grano, pero de lo que se está seguro es que eran comunitarios. Los estudios métricos han llegado a concluir que la unidad de medida que se utilizaba en este periodo para construir era de unos 30 cm más o menos. También ciertos lugares han sido estudiados por su carácter sacro, como son los yacimientos de Higashi Kushiro y Mawaki. En el primero se han encontrado cráneos de delfín dispuestos en forma de abanico, enfrentados, por parejas y cubiertos de ocre rojo, dando a entender que eran de gran importancia para las creencias del momento. En Mawaki aparecen grandes postes de madera, con crecientes lunares inscritos en ellos. También dentro del ámbito de lo simbólico, la presencia de rocas con una función ritual (tanto transportables como fijas) es una constante en esta época y en momentos posteriores. Estos afloramientos rocosos sacros son conocidos como Iwakura, o “deidades que ocupan la roca”'. En lo referente a la cultura material, lo más característico de este periodo son las figuras Dōgu, de arcilla, algunas planas, pero la mayoría son tridimensionales, de unos 40 o 50 cm de tamaño. En la época siguiente se reutilizarán, para introducir cenizas de huesos. Aparecen alrededor del fuego central del hogar, colgadas, posiblemente con al idea de exvoto, ya que algunas se rompían quizás con el propósito de librarse del mal de ojo o para curar alguna enfermedad. También en ocasiones se encontraban en las tumbas, como representaciones de fuerzas espirituales que protegen a los vivos y en algunos casos para acompañar a los muertos. Otras estatuas son antropomorfas masculinas, algunas de ellas con una especie de máscaras, que podrían representar animales. Las figurillas femeninas, como la ‘Vénus’ de Tanabate son mucho menos abundantes. Estas estatuas, en general se caracterizan por unos ojos muy resaltados. La más famosa es la de Kamegaoka. Figura 2: Kamegaoka, Tokyo National Museum Como se puede observar en la figura 2, la forma de los ojos es muy curiosa, esto ha llevado a muchos investigadores a pensar que son gafas como las que utilizan los pueblos del norte del continente para protegerse de los fuertes y fríos vientos, así como de la nieve. Incluso algunos han llegado a estipular hipótesis extraterrestres. Período Yayoi 弥生 時代, entre 300 a.C. y 300 d.C. Las casas varían muy poco respecto al período anterior, ya que se utilizaban los mismos materiales y la misma estructura de planta. Al final de la glaciación se habrían formado corredores que unían el archipiélago al continente (3 en concreto), por lo que parece ser que hubo nuevos aportes de población, que por medio de una navegación de cabotaje llegaron desde la zona polinési. En principio los yacimientos Yayoi más tempranos tienen zonas cultivables inundables naturales, que posteriormente acabaron siendo artificiales, con puertas de madera que permitían inundarlas o no a voluntad. El hierro y el bronce llegan, y se empiezan a trabajar al mismo tiempo, pero los aperos agrícolas eran de madera de castaño, y se han conservado muy bien (sandalias, azadas, hoces etc.). Debido a la importancia del arroz, hay muchas ceremonias relacionadas con el cultivo y recolección del mismo. Una vez recolectado, se almacenaba en silos, siendo los primeros subterráneos, iguales a la tipología coreana. Debido a la humedad del clima japonés, el arroz se pudre con facilidad, por lo que pronto aparece un nuevo tipo de silo sobre postes de madera (especie de hórreos). La importancia de lo anterior se puede ver en Izumo, uno de los principales santuarios de Japón, que como símbolo característico tiene una cuerda sagrada hecha con arroz. Los postes hacen que el suelo quede sobrevolado, pero para un santuario no es necesario, siendo esto una muestra de un silo que se ha sacralizado. Además de arroz se cultivaba mijo y legumbres y también se seguía recolectando y pescando (sabemos, por ejemplo, que el pez globo ya se pescaba en época Jōmon). El bronce y el hierro se usaban para la fabricación de espejos. Las tipologías fueron en un principio las coreanas, pero se van adaptando y van formándose poco a poco tipologías japonesas. La cerámica persiste, pero los vasos son más sobrios - algunos sin decoración – sin embargo siguen siendo enormes, encontrándose esta cerámica muy bien cocida. El primer yacimiento Yayoi es Itatsuke donde las casas varían muy poco a lo conocido en época anterior: se construyen zonas para los animales, ya que se empieza a introducir ganado doméstico con especies importadas desde China. La diferenciación social se hace cada vez más clara, sobre todo en los ajuares que presentan elementos metálicos como armas (puntas de flecha y de jabalina) y campanas. Las famosas campanas Yayoi, algunas tan grandes que llegan a tener la altura de una persona, no tienen badajo y para que suenen se tienen que golpear (muchas de ellas depositadas en las tumbas). Es un elemento de prestigio muy caro, cuya tipología es coreana, tradicional durante la etapa de los 3 reinos. El Primer “Estado” Japonés, Yamato, 大和 時代 conocido como Reino de Yamato, o reino de Wa en China. Es un periodo que se caracteriza por los enfrentamientos constantes entre clanes, se denominaban UJI y que luchaban por la supremacía. El más importante, que se dice descendiente de la diosa del Sol, lo constituyen los Yamato, se hacen con el poder y se va expandiendo hacia el norte, unificando el territorio. Los primeros siglos se denominan la KOFUN, periodo de los túmulos, o de los primeros enterradores, descendientes de los vientos de la diosa del Sol. Los jefes de los clanes se enterraban en túmulos, uno de los más importantes se encuentra en Maruyama, Daisen Kofun. Los túmulos en general suelen estar rodeados por un foso de agua. El más antiguo se encuentra en las proximidades de Nara, es Koganezuka Estos túmulos, aunque que han sido saqueados nos han proporcionado valiosa información: en sus bases se colocaban Haniwa, cilindros de arcilla que simbolizaban una conexión con el inframundo. Los 4 primeros eran solo tubos por los que el difunto podía recibir alimento u otros enseres desde el mundo de los vivos, posteriormente aparecieron con formas humanas o de animales. Aparece también un caballo con estribos, tres siglos antes de que haya mención de éstos en Occidente. Aunque no sepamos la identidad de los difuntos aquí enterrados, sí podemos afirmar que se trataba de guerreros. La cerámica de este periodo se cuece en hornos tradicionales. La doméstica se realizaba a torno y se cocía en hornos de túnel (Anagama) que alcanzaban los 1000 ºC de temperatura. Esta cerámica, denominada Cerámica Sue es más oscura y simple, y presenta algunas decoraciones. Tenían una funcionalidad diversa. Conocemos seis tipos de alfares, que hasta el s. XII no cambian. La escritura se introduce desde China en torno al s. VII, usando ideogramas chinos. Estos se adaptaron y formaron dos silabarios distintos: katakana e hiragana.
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