ARQUEOLOGÍA DE CARACOL El registro arqueológico en Caracol procede de 22 temporadas de trabajo de campo, incorpora datos obtenidos a lo largo de cinco años por el Proyecto de Desarrollo Turístico (Bawaya 2004), así como de las mencionadas investigaciones anteriores llevadas a cabo por Anderson (1958, 1959), Satterthwaitte (1951, 1954), y Healey y sus colegas (1983). Este conjunto de investigaciones ha descubierto varios restos arqueológicos y ha permitido elaborar un mapa de 23 km2 de extensión en la mencionada ciudad (Figura 1). La arquitectura del epicentro de Caracol consiste en varios espacios arquitectónicos públicos formales, entre los cuales los mayores se han denominado Grupos A y B. El Grupo A es uno de los más antiguos del sitio; incluye grandes templos, todos de fecha temprana, colocados sobre los tres lados de su plaza y una plataforma alargada que sostiene seis estructuras y ocupa su lado oeste. La pirámide situada al oeste y la plataforma este del mencionado grupo fueron levantadas sobre unos restos más antiguos y tomaron la forma de un «Grupo E», un complejo de observación astronómica que fue construido hacia el 70 d.C. El Grupo B, quizás la plaza más importante de Caracol, tuvo la misma antigüedad, alcanzando 35 de sus 41,5 m finales en el Preclásico Tardío; este grupo, denominado Caana, fue posteriormente modificado y pervivió a lo largo de los periodos Clásico Tardío y Clásico Terminal. Otras muchas construcciones del epicentro, tales como la Acrópolis Central y la Acrópolis Sur, estuvieron ocupadas en el Clásico Tardío. Si bien el núcleo de las edificaciones centrales de Caracol sufrió modificaciones y fueron utilizadas durante el periodo Clásico Tardío, en el sector occidental del epicentro abundan los restos de Clásico Terminal, con dataciones posteriores al 790 d.C. Muchas de ellas han visto la luz tras las excavaciones llevadas a cabo en el Barrio del Palacio, el Grupo C y Caana. Las calzadas definen relaciones entre diferentes áreas de Caracol y conectan nudos arquitectónicos con el epicentro; proporcionan asimismo acceso dentro y fuera del epicentro del sitio, y a los mercados de la ciudad en el caso de las calzadas «termini». Los grupos residenciales están distribuidos de manera casi equidistante en los 177 km2 del área nuclear, diseminados dentro de campos de cultivo construidos a propósito. Se estima que existieron en torno a 9.000 grupos de plaza en el sitio; de ellos sólo se ha muestreado un 1,2%. Los grupos residenciales no sólo se localizaron en el interior de los campos de cultivo, sino también en cercanía a los sistemas construidos para el almacenamiento de agua. Se han localizado aproximadamente cinco depósitos de agua por cada 5 km2 del sitio, estando por lo general ubicados en zonas elevadas donde hubo poca probabilidad de contaminación por las escorrentías. A lo largo del periodo Clásico Caracol fue, sin ninguna duda, una comunidad planificada. En el transcurso de las investigaciones del CAP no sólo han registrado construcciones antiguas, sino también restos de más de 250 enterramientos, al menos 200 escondites y numerosos desechos en el lugar. Asimismo se han excavado los derrumbes de la mayoría de las estructuras intervenidas en área, que proporcionaron información funcional y temporal de importancia, particularmente en relación a la ocupación del sitio durante el Clásico Terminal (posterior al 800 d.C.). Las excavaciones evidencian una ocupación en el sitio desde la transición del Preclásico Medio al Preclásico Tardío, aproximadamente desde el 600 a.C., aunque el número de rasgos con restos preclásicos es relativamente limitado, y ello se debe a que estos restos tempranos se encuentran, por lo general, enterrados bajo construcciones posteriores. El acceso a estas construcciones es complicado si no se realiza un gran esfuerzo, dada la tendencia del periodo Clásico a cubrir restos anteriores con un relleno seco difícil de penetrar. No obstante, la población del Preclásico no fue grande, no habiendo superado los 10.000 individuos hacia el 250 d.C. La mayor parte de las excavaciones realizadas en Caracol han proporcionado material del periodo Clásico (250-800 d.C.). El sitio estuvo bien relacionado mediante redes de comercio, y compartió sistemas ideológicos comunes a las Tierras Bajas a lo largo del Clásico Temprano (250-550 d.C.),la población estuvo muy estratificada. Los restos pertenecientes al Clásico Tardío son más numerosos, y así entre 650 y 700 d.C., Caracol alcanzó su mayor población, estimada en unas 115.000 personas, cálculo basado en métodos estándar utilizados en el área maya para reconstruir la demografía (Culbert y Rice 1990). Durante este periodo el sitio también manifiesta su máxima prosperidad (según sugieren los enterramientos y la distribución de utensilios); se caracteriza por una identidad compartida que está particularmente bien expresada en las prácticas funerarias y en la deposición de ofrendas, pero que a la vez es también evidente en la distribución de los artefactos. Esta identidad compartida enmascaró en cierta medida la diferenciación étnica en la ciudad; la evidencia sugiere la existencia de un igualitarismo simbólico (más que real) ; sin embargo, la estratificación fue clara, tal y como indica el uso de una dieta diferencial según los diversos segmentos de población. La ocupación de Clásico Terminal sugiere que la elite de Caracol permaneció en el sitio y mantuvo con éxito las redes de comunicación y las relaciones comerciales con el exterior ; la identidad compartida, sin embargo, se vio minimizada a lo largo de esta etapa y existieron ricos y pobres —así como también un resurgimiento de la dinastía. A lo largo de todos estos periodos, existen materiales que pueden ser comparados con éxito con los textos jeroglíficos y con los restos investigados de otros sitios del Sur de las Tierras Bajas mayas. EL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DE CARACOL Antes de que se iniciaran las investigaciones del Proyecto Arqueológico Caracol (CAP), el registro jeroglífico del sitio constaba de 21 estelas, 19 altares y unos pocos textos fragmentarios. Éstos, que habían sido descubiertos por A. Hamilton Anderson y Linton Satterthwaitte, fueron comentados con posterioridad por diferentes epigrafistas (Riese 1972; Sosa y Reents 1980; Stone et al. 1985), y finalmente publicados por Beetz y Satterthwaitte (1981). Las investigaciones del CAP y del TDP han añadido información sustancial a este corpus con 4 nuevas estelas, la parte superior de la Estela 20, 4 nuevos altares tallados, 5 nuevos marcadores de juego de pelota, 4 textos en piedras de bóveda pintadas, otros 4 textos en tumbas, textos de estuco asociados con tres edificios tipo palacio, y textos realizados sobre objetos portátiles. En la actualidad, se conocen 25 estelas y 28 altares tallados (incluyendo los marcadores de juego de pelota); los textos pintados se asocian a un número limitado de tumbas, presumiblemente reales, del Grupo A (Estructura A3), de la Acrópolis Central (Estructura A34), de Caana (Estructuras B19 y B20), y del terminus Machete (Estructura L3). La única piedra de bóveda tallada con textos fue encontrada a 4 km del epicentro del sitio, asociada con una tumba saqueada de la Estructura 6A2 (Grube 2000: 17). Los objetos con escritura incluyen cerámica y cuencos de piedra, así como hueso grabado; estos textos secundarios tienen una distribución más amplia, habiendo sido encontrados fuera del epicentro, y tanto en contextos elitistas como en contextos relativamente humildes. La interpretación actual del registro jeroglífico indica que la dinastía de Caracol fue fundada en el 331 d.C. , mientras que el último monumento del sitio data de 859 d.C. (Houston 1987). Sin embargo, la mayoría de las fechas fueron registradas sobre monumentos de piedra y textos en estuco, y corresponden a los siglos VI y VII (Beetz y Satterthwaite 1981; Grube 1994; Houston 1987, 1991). Existen lagunas en el conocimiento del registro jeroglífico, y los textos sobre el estuco de los edificios y sobre monumentos de piedra a veces se refieren a gente distinta y a una información diferente. La secuencia dinástica que se proyecta a partir de estos textos se rompe y/o se desconoce en determinados momentos. No todas las fechas son contemporáneas, algunas son históricas y otras mitológicas. Sin embargo, se repiten un buen número de fechas y eventos —y no sólo en Caracol—, reafirmando potencialmente su validez. Estas fechas sitúan eventos específicamente relacionados con la derrota de Naranjo, Guatemala, en el curso de un periodo de guerra que se dilató por diez años (626-636 d.C.). Las fechas claves en la historia de Caracol también incluyen al año 562 d.C., registrado en el Altar 21 como una exitosa guerra de estrellas contra Tikal.
RECONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA Y DE
LA ARQUEOLOGÍA DE CARACOL, BELICE
La evidencia más temprana de la ocupación de Caracol
procede en exclusiva del registro arqueológico.
Si bien ciertas partes de la ciudad fueron ocupadas hacia
el 600 a.C., no hay evidencia de población abundante
hasta el periodo Preclásico Tardío (300 a.C.–250
d.C.), cuando la construcción y la ocupación están asociadas
con arquitectura monumental y con montículos
domésticos. El asentamiento de Preclásico Tardío en
el área de Caracol incluyó diversos sitios separados
entre sí. Existieron varios centros menores localizados
en un área de 8 km, a la que nos referimos como
Caracol epicentral , incluyendo
el sitio de Cahal Pichik (Thompson 1931). Las
investigaciones sostienen que la ocupación temprana
del sitio utilizó una importante cantidad de artículos
de elite, comerció con productos exóticos y alimentos
(pescados de agua salada) a larga distancia, y tuvo
un desarrollo precoz de lo que más tarde se transformaría
en un ritual pan-maya . La ocupación pudo
haber sido más amplia de lo que actualmente se estima
(entre 5 y 10.000 personas) y los habitantes de Caracol
fueron, con seguridad, algo más que simples
campesinos.
No existen jeroglíficos que nos informen sobre la dinastía
o sobre políticas internas o externas en esta
etapa tan temprana, pero los depósitos especiales encontrados
sugieren que, en estos momentos, Caracol
se situó en el corazón de la innovación en Tierras Bajas
mayas, y que estuvo bien relacionada con otros sitios
y «sistemas mundiales». Los escondites del Grupo
A parecen haber sido colocados para conmemorar la
llegada del Ciclo 8º en el 41 d.C., posiblemente en
consonancia con la dedicación de este espacio como
un Grupo E de estilo Uaxactún . Las prácticas de escondite de ofrendas consideradas
a partir de una fecha tan temprana ensombrecen
a aquéllas que se observan en el rival de Caracol,
Tikal, Guatemala, al menos 300 años más tarde.
Un entierro localizado en la Acrópolis Noreste encierra,
quizás, los utensilios más exóticos para este
momento, aún cuando fue colocado dentro de una
simple cista y no en una tumba. La mujer que ocupaba esta cista fue enterrada
en posición postrada, con la cabeza al este. Estaba
acompañada con unas 7.000 cuentas de jadeita y concha
que formaban un manto (probablemente cosidas
a una capa de tela de algodón), 32 vasijas de cerámica,
una ocarina y una pequeña figurilla zoomorfa. En
el borde del manto y en los tobillos fueron incorporados
numerosos dientes de perro, de alrededor de 80
individuos. En el enterramiento inicial fueron colocadas
un número aún mayor de ofrendas, pero una porción
de ellas fueron removidas en el pasado por un
corte (incluidos el brazo izquierdo de la mujer y la mitad
de una vasija). Un estudio iconográfico de su vestido
sugiere que estaba representando a la diosa de la
luna, Ix Chel, en el momento de su muerte (Brown
2003).
Por lo que se refiere a su registro monumental, el
Clásico Temprano en Caracol está representado por
tres fechas del Ciclo 8o; dos de ellas están asociadas
con monumentos tempranos (8.>15.3.?.?; 8.18.4.4.2)y una es una antedata a la posible fundación dinástica
de Caracol en el 331 d.C. (8.14.13.10.4). De hecho, Caracol
es algo inusual respecto de que, al menos dos de
estas fechas, parecen ser contemporáneas más que
históricas. Sin embargo, los jeroglíficos no proporcionan
ningún otro detalle, más allá de la referencia a la
aparente fundación del sitio en el siglo IV d.C. La evidencia
arqueológica de una ocupación preclásica alrededor
del 600 a.C. indica que el sitio ya había estado
habitado desde un milenio antes de la aparición de
esta historia jeroglífica inicial. El registro glífico de la fundación, más que reflejar
el asentamiento inicial del sitio, parece estar relacionado
con el establecimiento de la dinastía de
Caracol. Existen enterramientos
que quizás pueden representar a la élite gobernante
de la ciudad, tales como una tumba colocada
en la Estructura D16 de la Acrópolis del Sur que contenía
dos individuos y está datada justo antes del 500
d.C. (Figura 2; ver también el Informe de la Temporada
2003 en http://www.caracol.org). Las ofrendas encontradas
en esta tumba incluían 13 vasijas de cerámica
completas, orejeras compuestas de obsidiana, jadeita,
espinas de manta raya, espejos, figurillas de hueso y
conchas spondylus completas; el entierro estaba cubierto
con cinabrio. En su conjunto, estos artículos
pueden ser interpretados como símbolos de gobierno.
Sin embargo, ningún individuo histórico del sitio puede
ser asociado con seguridad con estos restos. De
manera similar, tampoco ha podido ser asociada con
ningún personaje histórico una tumba de doble cubierta
de Clásico Temprano colocada a nivel de plaza
frente a la Estructura A6 (Anderson 1958), que asimismo
incluye significativas ofrendas.
En contraste con el casi total silencio de los textos
escritos, los restos arqueológicos asignados al Clásico
Temprano proporcionan una información esencial
acerca de Caracol, y sugieren que se mantuvieron las redes comerciales a larga distancia del Preclásico, y
que la población del sitio creció hasta alrededor de
25.000 individuos. El primer
texto conocido asociado con una tumba (presumiblemente
una fecha de muerte) data del 537 d.C.,
presagiando una eclosión del subsiguiente registro
histórico del Clásico Tardío; esta fecha está asociada a
un importante individuo enterrado en la cima de Caana
bajo una versión más antigua de la Estructura B20.
Durante el periodo Clásico Tardío, Caracol mantuvo
una gran población y alcanzó su mayor extensión en
superficie. Existe un abundante registro jeroglífico
para los inicios del Clásico Tardío (Beetz y Satterthwaite
1981; Grube 1994; Martin y Grube 2000). Sus
erosionados textos pueden ser utilizados para identificar
tres gobernantes de finales del siglo V e inicios
del VI. En 553 d.C. Señor Agua, Lord Water, se entronizó
y estuvo en el poder al menos durante 40 años. A
lo largo de su mandato se inició la práctica de esconder
urnas «labio con labio» modeladas con rostros.
También durante su reinado Caana fue reconstruido y
se colocaron importantes tumbas en la Estructura B20
(577 d.C.) en la cima de este complejo, y en el edificio
al norte de la Acrópolis Central (582 d.C.). La llegada al
trono de Señor Agua se produjo, presumiblemente,
bajo la supervisión de Tikal, aunque los textos indican
dos acciones agresivas con esta ciudad. Al parecer,
Tikal venció en un «evento-hacha» ocurrido en 556
d.C., y en cambio fue vencida en una guerra de estrellas
en 562 d.C. La información jeroglífica que concierne
a este acontecimiento, alojada en el Altar 21
de Caracol (Figura 3), no especifica que el Sitio Q (el emblema Cabeza de Serpiente popularmente identificado
como Calakmul) haya participado en este suceso,
lo que contradice las afirmaciones epigráficas (Martin
2005; Martin y Grube 2000).
Los textos mencionan otros tres personajes importantes
para Señor Agua, que jugaron un papel después
de su muerte: Batz Ek que nació en el 566 d.C., Knot
Ahau nacido en 575 d.C., y K’an II cuya fecha de nacimiento
fue en 588 d.C. Sin embargo, ninguno de ellos
puede ser relacionado con alguna de las 108 tumbas
que han sido investigadas en Caracol. Si bien han sido
excavadas todas las estructuras mayores del epicentro,
ninguno de los enterramientos puede asignarse a los
gobernantes mencionados en el sitio. Este hecho es
particularmente intrigante, dado que media docena de
tumbas epicentrales contienen textos pintados que bien
podrían acompañar a la élite más elevada. En consecuencia, desconocemos donde
fue enterrada la gente mencionada en los monumentos
del epicentro, y en ningún momento los propios textos
proporcionan clave alguna al respecto.
Knot Ahau accedió al gobierno en 599 d.C. y fue seguido
por K’an II en 618 d.C. Parece que hubo tensiones
entre estos dos personajes, que Houston (1987)
sugiere que fueron hermanos, pero ningún texto lo
confirma. La Estela 1 de Caracol (Figura 4) puede ser
un monumento póstumo erigido por K’an II para consolidar
su gobierno, especialmente porque el monumento
contiene una variante para el nombre de Señor
Agua y termina con una referencia a la primera perforación
de pene de K’an II (otra interpretación es que
este nombre se refiere al padre de Señor Agua). La importancia
de esta perforación iniciática de pene por
parte de K’an II también es registrada en la Estela 3.
Asimismo, el Altar 21, que abre con una fecha de
Cuenta Larga referente al nacimiento de K’an II, también
hace mención de la historia temprana relacionada
con Señor Agua y no menciona en ningún caso a su
predecesor Knot Ahau.
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