la arqueología
lunes, 19 de noviembre de 2018
¿Qué nos cuentan los jeroglíficos arqueológicos?
Caracol, en Belice, es un excelente sitio desde el
que observar las relaciones entre la arqueología y la
antigua historia maya, debido a que disponemos de
un corpus sustancial de materiales arqueológicos y
jeroglíficos contemporáneos, y debido asimismo a
que las interpretaciones actuales, basadas sobre estos
dos conjuntos de datos, son a la vez complementarias
y divergentes. Este sitio ha sido objeto de interés epigráfico
y arqueológico desde su descubrimiento en
1937. Nuestras investigaciones en el marco del Proyecto
Arqueológico Caracol (CAP) se han llevado a
cabo desde 1985, si bien este estudio tiene sus cimientos
en trabajos anteriores realizados por A. Hamilton
Anderson, el primer Comisionado Arqueológico
de Belice, en la Acrópolis Sur; por Linton
Satterthwaite, epigrafista y arqueólogo del University
Museum de la Universidad de Pennsylvania, en el epicentro
del sitio durante la década de 1950; sobre las
investigaciones del patrón de asentamiento y las terrazas
agrícolas de Caracol llevadas a cabo por Paul
Healey de la Universidad de Trent en 1980; y, en cierto
grado, sobre el trabajo de estabilización realizado por
el Proyecto de Desarrollo Turístico (TDP) ejecutado
entre 2000 y 2004 y dirigido por Jaime Awe, Director
del Instituto de Arqueología de Belice.
Estas investigaciones han ampliado la base de datos
de Caracol y como resultado de este esfuerzo, la ciudad
dispone hoy del más amplio corpus jeroglífico en
Belice, consistente de 53 monumentos de piedra tallados,
así como numerosos textos en estuco y sobre
objetos portátiles. Los dibujos y lecturas iniciales de
estos textos fueron realizados por Nikolai Grube (1994;
A. Chase et al. 1991; Martin y Grube 2000) y por Stephen
D. Houston (1987, 1991), y han sido reconsiderados
por otros epigrafistas (p.e., Gutiérrez 1993 y Martin
2005). Los textos de Caracol, con fechas que
abarcan entre 331 y 859 d.C., hacen referencia a individuos
importantes e informan acerca de relaciones
entre gente y sitios.
Las investigaciones arqueológicas también han proporcionado
un considerable cuerpo de datos que documentan
una ocupación no anterior al 650 a.C. ni
posterior al 950 d.C. Se ha elaborado un mapa de 23 km2 se han muestreado alrededor de 108 grupos residenciales
en el área nuclear del asentamiento, así
como gran parte de la arquitectura del epicentro. Las
excavaciones realizadas han sacado a la luz numerosos
enterramientos, escondites, vasijas completas o
susceptibles de ser reconstruidas, y otros objetos. Asimismo,
las investigaciones han proporcionado datos
relevantes acerca de la organización social, política,
económica y ritual maya, que pueden ser comparados
y contrastados en otras partes del Sur de las Tierras
Bajas mayas, y con la historia jeroglífica registrada
del sitio.
Sin embargo, en Caracol —como en otras partes
del Sur de las Tierras Bajas mayas— las interpretaciones
y los datos jeroglíficos y arqueológicos no
siempre están en sintonía. Por regla general, sólo porciones
del centro de la ciudad, que representan una
parte mínima de los 117 km2 estimados para el sitio,
están asociadas con textos jeroglíficos. Además, los
textos se refieren con claridad sólo a un pequeño segmento
de la elite, más que al conjunto de la población
o a las actividades de la vida cotidiana, para las que sí
existe abundante evidencia arqueológica. Los textos
incorporan actividades y relaciones; sin embargo, éstos
también están limitados a materias de supuesto
significado para el sitio de Caracol, tales como nacimientos,
parentesco, entronización y guerra. Algunos
de estos eventos jeroglíficos pueden ser correlacionados
con evidencias arqueológicas, especialmente
las guerras mantenidas por Caracol en los siglos VI y VII
con Tikal y Naranjo, en Guatemala (A. Chase y D. Chase
1989; D. Chase y A. Chase 2002). Existen, sin embargo,
amplias etapas de tiempo en que no se registraron
textos contemporáneos, tales como antes del
300 d.C. y después del 859 d.C., así como gran parte
del siglo VIII. La combinación de jeroglíficos y arqueología
ilustra que una carencia de textos no debe ser
equiparada a un decrecimiento poblacional o un declive
económico (A. Chase y D. Chase 1996b); Caracol
manifiesta una gran prosperidad, población y extensión
precisamente a lo largo de un periodo en que es
destacable la ausencia de textos jeroglíficos (D. Chase
y A. Chase 2003b). Los datos relativos a esta ciudad
demuestran que es posible y extremadamente productiva
la yuxtaposición de historia y arqueología, la
cual proporciona una reconstrucción más vibrante y
realista del pasado maya. Este ensayo revisará la ciudad
de Caracol de manera cronológica y conjuntiva,
en relación a su historia y a su arqueología, con objeto
de delinear de manera más exacta estas complejas
relaciones.
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