la arqueología
lunes, 5 de noviembre de 2018
La Arqueología marxista moderna
El marxismo, desde sus inicios, nace muy ligado a la creación de una teoría de alto nivel que explique la evolución histórica. No es raro, pues, que haya sido aplicado a la Prehistoria. Los trabajos de Marx apenas hacían referencia a los períodos primitivos, tanto por la época en la que los escribió (a mediados del siglo XIX apenas se sabía nada de las etapas preliterarias de la humanidad), como el lugar en el que se inspiró, el que mejor conocía, la Europa de la Revolución industrial. Sin embargo Engels hizo un intento de acercarse al mundo primitivo en su libro «El Origen de la familia, la propiedad privada y el estado» (1884). Su acercamiento fue meramente especulativo y con escaso fundamento. Su interés es más testimonial que científico.
Suele decirse que Gordon Childe es uno de los primeros arqueólogos marxistas, pero su marxismo es más ideológico y personal que epistemológico. En realidad la Arqueología Marxista comenzó a desarrollarse con fundamento después de la Segunda Guerra Mundial, tanto en países comunistas como capitalistas. especialmente en Francia. Figuras como W. Raczkowski en Polonia; el checo Robert Malina (afincado en Estados Unidos), los rusos Sergei A. Semenov o Leo S. Kleijn y el chino Jia Lampo. De origen occidental, Maurice Godelier, Marshall Sahlins (en su primera etapa) o Jonathan Friedman, son algunos de sus principales representantes.
Sus principios fundamentales se basan, lógicamente, en la aplicación del Materialismo histórico: Las formaciones sociales humanas tienen un orden regido por las relaciones de producción. Éstas, en su conjunto, forman la llamada Infraestructura de la sociedad. Pues bien, la infraestructura establece la conciencia del ser humano, su psicología, su organización jerárquica, jurídica y política, es decir, su Superestructura (y no al revés, como sostenían otros cuadros teóricos sobre las sociedades humanas).
La poderosa influencia de la Infraestructura sobre la Superestructura es fundamental, pero no necesariamente determinista o mecanicista (tal concepto depende de las diferentes tendencias dentro del marxismo). Por otra parte, dentro de la Infraestructura, las relaciones de producción son lo más importante, ya que, en su seno, se desarrolla la dialéctica, el conflicto interno que, en resumidas cuentas, es el motor de la Historia.
Es decir, los desequilibrios, las asimetrías, las crisis dentro de las relaciones sociales de producción son las causas que provocan los cambios, las innovaciones, las regresiones, lo que suele denominarse progreso. En una sociedad contemporánea capitalista, la lucha de clases es el fenómeno dialéctico que estimula los cambios históricos. Pero en la Prehistoria, los causantes fueron otros.
Técnicamente, para el paradigma marxista, durante la Prehistoria hay dos grandes episodios: el primero sería el llamado Comunismo primitivo, el segundo es el Modo de Producción Asiático (ambos separados por lo que Gordon Childe denominó Revolución neolítica). Para los arqueólogos marxistas ha sido factible establecer las causas de la dialéctica interna dentro de las relaciones de producción del Modo de Producción Asiático, ya que éste posee indicadores tales como la autoridad, la riqueza, la guerra, la esclavitud y, en resumidas cuentas, la explotación de unos por otros.
El mayor problema al que se han enfrentado ha sido encontrar el motor del cambio en el Comunismo Primitivo, pues éste, generalmente ha sido visto como un sistema relativamente estable y coherente. Sin embargo, en las últimas décadas, numerosos investigadores han logrado desbaratar la imagen idílica de que las sociedades primitivas son armónicas; al contrario, se está viendo que todas ellas tienen contradicciones debidas a factores que hasta ahora habían sido difíciles de percibir: la jerarquización por sexo y edad, la dualidad caza-recolección (ya que la caza suele ser más prestigiada, pero la recolección es más constante y eficaz, con lo que realmente se estaba planteando ya, desde el Paleolítico una teoría del valor trabajo), los problemas de integración social, la propia evolución biológica y la poderosa influencia del entorno ambiental que, a fin de cuentas, se convierte en el medio de producción por excelencia.
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